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Blog de Leyendas e Historias del Camino de Santiago

Primera charla Centro Las Palmeras

Primera charla Centro Las Palmeras

         Primera Charla Centro las Palmeras

      En el Camino, he oido muchas veces a los hospitaleros y a peregri- nos repetidores que ellos intentan devolver através de su esfuerzo una parte de lo que el Camino les ha dado. Así, trabajan ayudando a los noveles y cuidando del buen estado de las instalaciones, sin cobrar nada por ello. Yo ayer practiqué algo de eso y, aunque no estuve físicamente en el Camino, mi esfuerzo explicativo fue encaminado hacia ese objetivo.

           Estuve durante hora y media explicando a un grupo de chavales entre catorce y diecinueve años lo que para mi era este itinerario. Vi en sus caras la ilusión y la alegría de conocer algo nuevo, donde se mezclaba la historia, la leyenda, la aventura y el esfuerzo físico. Ellos preguntaban y mostraban su interés por conocer más, dándome cuenta, por sus comentarios y por sus ojos brillantes, atentos siempre a las fotografías de un mundo nuevo y diferente al suyo. 

         Ellos desde jóvenes están viviendo un encierro vigilado por unos actos repudiados por la sociedad, pero de los que no los considero culpables, ellos simplemente son el resultado de un entorno perverso y defectuoso. Los niños y los jóvenes son esponjas que absorven el conocimiento y los actos de la gente que les rodea. Ellos han tenido la mala suerte de nacer en familias y barrios mal construidos y han emprendido caminos inadecuados. 

        Ellos viven en centros cerrados con agentes seguridad que les controlan y cachean, para que no se les olvide donde están y que hicieron.  Los monitores, todos muy jóvenes, ejercen de correctores de comportamiento, dando todo el amor y disponibilidad que pueden. Labor admirable y a mi parecer impagable. 

        La entrada y salida me pareció claustrofóbica, y me resistía a creer que fuera un centro penal para menores. La tristeza me inundó el alma y me propuse entregarles mis conocimientos haciéndoles ver el lugar donde yo me he sentido más libre de ataduras, el Camino. 

        Considero que ayer sentado en una silla y mostrando una credencial, una compostela y algunas de mis fotos, fui más humano. Luché por entregar lo mejor de mi, o por lo menos lo intenté con todas mis fuerzas.

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